Una semana en Israel

Israel es un país muy diferente a cualquier otro que hayas visitado. La religión forma parte del día a día y está presente en todas partes. Es un país para dejarse llevar por la historia y aprender de ella para entender más cómo es la vida en Israel hoy en día. Es un país curioso ya que depende de la zona que visites tu experiencia variará mucho. En Tel Aviv verás un Israel más moderno y avanzado, donde el mayor atractivo son las playas, las cafeterías y las terrazas. En Jerusalén en cambio, entrarás en otro mundo en el que la base de todo es la religión. La mayor parte de la población es judía, aunque también podrás ver muy presente la musulmana, ya que tiene zonas de culto y la cristiana, ya que mucha gente peregrina hasta allí por los muchos momentos sagrados del cristianismo que se desarollaron en Israel.

Al margen de que seas una persona religiosa o no, este país te mostrará el peso de la religión en la historia y como para algunas personas la religión rige su vida y lo importante que es para ellos. Además verás como una misma historia o hecho puede interpretarse de diferentes maneras, ya que hay hechos religiosos en los que tanto la religión musulmana, como judía y crisitiana coinciden en lugar o tiempo, pero todo se interpreta de manera diferente y para cada uno tiene un siginificado distinto.

A continuación te explico en detalle la ruta de una semana en Israel:

  • Días 1 y 2: Jerusalén
  • Día 3: Mar Muerto
  • Día 4: Belén
  • Días 5 y 6: Tel Aviv
  • Día 7: Viaje de vuelta

Jerusalén

Jerusalén es una ciudad que te hará sentir como si hubieras viajado en el tiempo o a otro mundo. Podrás perderte por las empedradas calles de la ciudad vieja y sus barrios judío, armenio, musulmán y cristiano, todos con sus propias costumbres y diferentes estilos de vida.

Vistas de Jerusalén desde el Monte de los Olivos

En Jerusalén nos quedamos cuatro días, de los cuales dedicamos dos íntegramente a Jerusalén y los otros dos hicimos tours, uno al Mar Muerto y otro a Belén y la zona del muro de la vergüenza.

En esta ciudad podrás visitar el Muro de las Lamentaciones, el impresionante Templo de la Roca, el Monte de los Olivos, via Dolorosa y muchas cosas más. Serás testigo de una historia milenaria que sigue presente en nuestros días. Para saber todo lo que puedes hacer en Jerusalén en dos días puedes pasarte por este post donde encontrarás todos los detalles.

Mar Muerto

Llegaba el día de conocer el famoso Mar Muerto y descubur si es verdad eso de que flotas! El Mar Muerto es el punto más bajo de la tierra, sitúado a más de 300 metros bajo el nivel del mar. Su agua proviene del río Jordan y tiene un nivel de salinidad seis veces más alto que cualquier otro mar. Este gran nivel de sal provoca que ningún ser acuático pueda vivir en este mar y por ello se le dió el nombre de Mar Muerto.

Para visitar este lugar, lo más común y recomendable es hacerlo en una excursión de un día como hicimos nosotras. Las visitas al Mar Muerto se organizan tanto desde Jerusalén como desde Tel Aviv y tendrás dos opciones: visitar sólo el Mar Muerto o combinarlo con la visita a Masada, lugar con mucha historia y en el que el Rey Herodes tenía su palacio. Nosotras teníamos muchas ganas de pasar un día tranquilo y relajante entre los barros y aguas milagrosas del Mar Muerto, así que descartamos la opción de ir a Masada. Si tienes dudas, yo te diría que si te gusta la historia y las ruinas antiguas probablemente te compense ir a Masada, pero si te apetece disfrutar del Mar Muerto puede que te compense más pasar allí todo el día ya que la gente que fue a Masada lo disfrutó sólo un par de horas.

El viaje desde Jerusalén duró casi una hora y media y fuimos a la zona de la Playa Ein Gedi. Para acceder entrabas por un balneario en el que tenías zona de aguas termales, masajes y tratamientos y luego acceso a la parte de la playa y los barros. Al llegar al balneario tienes que registrar tu visita (la entrada va incluída en el precio de la excursión), te dan una pulsera y te explican lo que puedes hacer en el lugar y allí puedes contratar tratamientos, alquilar toallas si nos has llevado y pedir una taquilla para guardar tus cosas previo pago.

Desde la entrada y zona del balneario hasta la playa hay bastante distancia, con lo que hay un tren que va y viene a la playa cada 15 minutos aproximadamente y el trayecto son unos 10 minutos. Hace parada en la zona de los barros y la playa. Nos dirigimos a la playa en primer lugar y desde que nos bajamos del tren ya empezamos a asombrarnos y nos dimos cuenta de que, efectivamente, estábamos en un lugar único porque la arena de repente se convertía en sal. Durante varios metros hasta llegar al mar todo era sal solidificada que creaba agujeros y un suelo muy curioso y diferente. El color iba variando de marron a rosado y blanco. Había montones de sal y otras partes con sal sólida que formaba zonas de rocas. Era súper curioso ir caminando y coger rocas y ver cómo la sal había creado cristales y cómo los colores cambiaban de blanco a marron, sin duda una experiencia muy interesante.

Nos adentramos al mar y efectivamente flotamos! Sin ningún esfuerzo cuando te tumbas el mar te sube hacia arriba, es una pasada! El agua deja una sensación en la piel de suavidad increíble, cuando sales tienes la sensación de tener aceite en la piel, te la puedes literamente extender. El agua estaba obviamente súper salada, ni se te ocurra sumergir la cabeza que luego te puede gotear y caer en los ojos! y mucho menos se recomienda abrir los ojos debajo de ese agua.

Después cogimos el tren para ir a la zona del barro negro, el cual se considera uno de los limpiadores más sanos para la piel. Allí nos embadurnamos enteras, hay sillas para sentarte y dejar secar el barro y duchas para luego quitártelo, aunque también puedes bajar al mar y quitártelo allí. La piel se nos quedó con una suavidad increíble y para terminar la sesión de belleza volvimos de nuevo al mar para seguir nutriendo nuestra piel con este agua que no sé si será milagrosa, pero especial desde luego que lo era.

A eso de las 5 de la tarde pusimos rumbo de nuevo a Jerusalén. Sin duda recomiendo vivir esta experiencia y conocer el Mar Muerto, un lugar de gran importancia que están intentando que se declare Patrimonio de la Humanidad y que debería cuidarse más, ya que debido a la subida de las temperaturas la zona se está secando y su tamaño ha ido disminuyendo a lo largo de los años.

Belén

No queríamos irnos de Israel sin visitar Belén y el muro del West Bank, el cual separa el territorio israelí del palestino, también conocido como el muro de la vergüenza.

Para llegar a Belén desde Jerusalén puedes hacerlo por tu cuenta o en un tour. Para ir por tu cuenta hay dos tipos de autobuses locales: los te dejan en el check point, que es el paso fronterizo entre Israel y Palestina y lugar en el que se cuentra el muro, y los que van directamente al centro de Belén, que no paran en la frontera con lo que no podrás ver el muro a no ser que vayas luego en un taxi o caminando. En nuestro caso dedicimos visitar Belén en un tour con Elijah Tours, una compañía con guías muy profesionales y atentos.

Esta excursión fue una de las más interesantes que he hecho nunca, apredimos sobre cultura, historia y religión y sobre la complicada situación entre Israel y Palestina, en concreto sobre la situación de Belén. Además, otro atractivo fue el arte urbano, ya que estaba muy presente como forma de protesta y tomaba más importancia aún si tenemos en cuenta que uno de sus protagonistas en Banksy, quien tiene diferentes obras repartidas por Belén. Nuestra primera parada fue, de hecho, en una de sus pintadas más famosas, la del manifestante que lanza flores.

A contianución nos dirigimos a la zona de la Capilla del Campo de los Pastores, lugar en el que según la Biblia a los pastores se les apareción un ángel que les anunció la llegada del Mesías, hicimos diferentes paradas en esa zona y fuimos a cuevas en las que la gente vivió escondida o se utilizaban para hacer ataques y esconderse de ellos.

Después nos dirigimos al centro a conocer la Iglesia de la Natividad, el lugar del nacimiento de Jesús. Me sorpredió que tenía bolas de Navidad colgadas por todas partes, que al parecer están de forma permanente. La Iglesia es sencilla y una vez dentro se puede acceder al Grotto de la Natividad, que sería el lugar exacto en el que la Virgen se cobijó y donde nació Jesús. Para acceder a este lugar había una larga cola, así que si te interesa verlo es recomendable que vayas con tiempo y por tu cuenta, ya que los tour no hacen cola para verlo. Después seguimos caminando por el centro y llegamos a la Gruta de la Leche, una cueva blanca muy bien conservada en la que se dice que María amamantó a Jesús cuando se escondieron allí con José durante su huída el día de los Inocentes, cuando Herodes mandó matar a todos los menores de dos años.

Después dejamos atrás el centro para dirigirnos al Muro de la Vergüenza. El camino de un lugar a otro era llamativo, ya que podías ver las calles y casas de Belén, había muchas casas a medio derruidas y todos los edificios eran blancos, lugares muy sencillos y austeros, algunos daban la sensación de abandono. El guía además nos contaba muchas cosas de Belén y su gente y hasta de su gastronomía, para lo cual incluso nos dio a probar unos falafeles caseros a todos que estaban riquísimos.

Llegamos al Muro de la Vergüenza, lugar que se ha convertido en un sitio de expresión, arte, reibindicación y protesta, pero que por muy decorado que esté su significado sigue siendo el mismo. Un muro que separa familias, crea sufrimiento y quita libertad.

Este muro separa físicamente Israel de Palestina, fue construido por el gobierno israelí y mide 700km de largo y hasta 8 metros de alto. El ambiente allí como puedes imaginar es silencioso y serio. En el muro hay muchas pintadas de diferentes artistas, entre ellos una vez más Bansky, pero a mí lo que más me llamó la atención y más pena me dió fueron los escritos de personas que tenían a sus familias al otro lado del muro y no podían verlas o las historias del temor que pasaba la gente de Belén cada vez que querían cruzar el muro para acceder a Israel pese a tener el permiso.

Sin duda es un lugar para ver y reflexionar, sobretodo reflexionar. No deberíamos ir a estos sitios solo a hacer la foto de rigor, si no a intentar entender lo complicada y dura que es la situación y ser testigos de que levantar muros no suele traer cosas buenas consigo. El guía nos contó muchas cosas de Belén y de cómo viven, el agua por ejemplo se lo da Israel, pero cuando no tienen suficiente a veces dejan a Belén sin agua, por eso muchas casas tenían tanques para conservar el agua y usarla en esas ocasiones. También nos habló de la religión y de que la mayoría de la población en Belén es musulmana pero que quieren lo mismo que los judíos y critianos, la paz.

Fue una experiencia interesante a la vez que triste, pero recomiendo visitarlo ya que creo que conocer un país o una cultura no se basa sólo en ver sus monumentos, si no también en aprender su historia con sus cosas buenas y sus injusticias, para no simplemente ver un lugar, si no también intentar entenderlo y sentirlo.

Tel Aviv

Tel Aviv es la ciudad moderna y abierta de Israel. Econtrarás playas, terrazas, cafererías y fiesta prácitcamente todos los días. Hay mucha gente jóven y mucho ambiente tanto de día como de noche.

Vistas de Tel Aviv desde los Jardines de Ramses

Nosotras pasamos dos días aquí, el primero lo dedicamos a conocer la ciudad vieja de Jaffa y toda su historia. Para empaparnos bien de todo lo que tenía que ofrecer hicimos el free tour que comenzó en la Torre del Reloj de Jaffa y duró unas dos horas y media. Durante el recorrido pasamos por la Mezquita Jama al Bahr Sea y subimos a los jardines de la puerta de Ramses, una zona muy tranquila que ofrecía unas bonitas vistas de la ciudad. A continuación, pasamos por el puente dedicado al zodiaco donde cada signo estaba represnetado en un mosaico en el suelo y también en la barandilla del puente, donde es costumbre tocar tu símbolo y pedir un deseo. Tras cruzar el puente llegamos a la Plaza de la Iglesia de San Pedro, sitúada en una plaza con vistas al mar, puestos y terrazas.

Puerta de Ramses

Caminamos por las estrechas y empedradas calles de la ciudad vieja, las cuales tenían mucho encanto e invitaban a pasear y llegamos a la zona del Puerto de Jaffa, lugar en el que terminó nuestro recorrido. La zona del puerto está muy bien para pasear y parar comer o tomar algo. Hay muchos restuarantes con terrazas y tiendas. Desde allí volvimos caminando a la Torre del Reloj con la imagen del mar de fondo.

Tras comer y descansar un poco fuimos a la zona del paseo marítimo, también conocida como Tayelet, donde puedes pasear admirando las playas y parando a descansar en las placitas del paseo. Es una zona con mucho ambiente, hay gente en bici, patines, familias de paseo, etc. Un lugar en el que turistas y locales se juntan para pasar la tarde y ver bonitos atardeceres junto al mar.

Para terminar el día fuimos al Carmel, una zona moderna llena de bares y terrazas. Hay un mercado que lamentablemente no pudimos ver ya que los viernes cerraba por el Shabaat. Paramos en la terraza del Beerbazaar, un bar que tiene 100 tipos diferentes de cerveza israelí, muy recomendable. Después nos dirigimos a Florentine, la zona hipster y moderna de Tel Aviv. Es un área con edificios viejos y calles poco iluminadas pero que como tantas otras zonas así, se ha llenado de locales modernos, cafeterías, terrazas y por supuesto, hay mucho arte urbano por todas partes. Había restaurantes de todo tipo, pero nos decantamos por uno de cocina local que puso un gran final a este día tan ajetreado.

El segundo día decidimos pasarlo en la playa, era nuestro último día de vacaciones y queríamos aprovechar el sol y el mar. Antes de ir a esta zona, decidimos investigar Florentine de día, ya que nuestro hostel estaba por la zona. Nos perdimos por sus calles llenas de grafittis y pequeñas cafeterías. Si te gusta el arte urbano es muy recomendable pasar un rato descubriendo este lugar.

Dejamos Florentine y nos dirigimos hacia la zona del paseo marítimo. En Tel Avivi hay diferentes playas, aunque están todas unas cercas de otras. Si te recorres el paseo marítimo irás pasando por todas. En algunas hay más gente jóven, otras son más familiares, así que hay zonas para todos los gustos. Algo que me gustó mucho es que en todas las playas había varias zonas de techados que daban sombra, algo que cada vez es menos común, ya que en muchas playas no hay sombra a no ser que la pagues. Nosotras nos quedamos en Banana Beach, un lugar en el que había tanto turistas como gente local. La playa estaba limpia, era amplia y tenía un chiringuito para comer, lo cual siempre es un plus.

Por la tarde nos fuimos dando un paseo hasta Maravi Beach, un lugar más tranquilo con unas vistas muy bonitas, ya que al fondo se aprecia la zona de Jaffa y el puerto. Había menos gente que en Banana Beach y un ambiente más relajado. Nos despedimos del día de playa con un bonito atardecer.

Atardecer Maravi Beach

Nuestra última noche cenamos y tomamos algo por la zona de Florentine, tenía mucho ambiente y los locales eran muy originales, todos diferentes, así que era el mejor lugar para despedirnos de Israel.

Espero que este post te haya ayudado para comenzar a gastarte los pies por Israel, si quieres saber más sobre este país, en este post encontrarás algunos consejos que pueden servirte de ayuda.

3 comentarios sobre “Una semana en Israel

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